Cambios. ¿Qué cambios? A nivel personal hay que mejorar: La mediocridad es un obstáculo. El pesimismo es otro. La arrogancia es terrible. La vanidad, el egoísmo, la testarudez son puertas peligrosas para convertirnos en anti-sociales. A nivel familar hay que mejorar: la confianza hay que afincarla. La comunicación hay que pulirla. El servicio y la ayuda mutua hay que hacerla realidad. El amor y el perdón hay que tenerlo como oasis de vida. El respeto y la tolerancia como pilares de apoyo.
En el matrimonio se dá un fenómeno muy interesante: es una pulidora. Vamos como oro bruto y si nos interesa ser una gran y valiosos joya tenemos que dejarnos pulir. No se trata de imponer o maltratar u humillar, sino más bien de crecer mutuamente. Habrán caídas, crisis, dolores...pero al final ganamos todos, en especial los hijos. No existe un hogar que no necesite de una pulidora. Una pulidora llamada AMOR. Si se ama de verdad es porque hay alguien que ame. Y ese o esa que ama no le templará el pulso de aplicar la pulidora para el bien del ser que ama. Las correcciones son necesarias en el hogar, no se trata de un poder para imponerse, sino un acto de amor, a veces doloroso, para enderezar lo torcido, lo que esta decaído, sin ánimo , sin ilusión... El que ama sufre al corregir, pero porque ama ve un futuro mejor para ese que corrige. Lo hace para el bien del otro. A la larga es un bien para todos. El corregir es válido para todos. Un hijo que corrige a sus padres, una esposa que corrige a su esposo y viceversa. Todos somos objectos de corrección. Si somos humanos tenemos imperfecciones, y éstas hay que pulirlas. El ser perfecto no es aquel que piensa que es perfecto, sino aquel que es consciente de que necesita mejorar su perfección.
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