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PODEROSO ES DIOS

     Cuando pensamos en los santos nos viene a la mente: "personas perfectas". Nos olvidamos que nacen en una familia, que se forman en un determinado ambiente, que respiran la religiosidad de su entorno, que experimentan las dificultades cotidianas, y que son humanas, con sus defectos y virtudes. Ellos o ellas viven en el constante caminar de descubrir y cumplir la voluntad de Dios. Hacer de sus vidas una ofrenda a Dios. Vivir, en palabras de la Orden del Carmen, en el "obsequio de Dios".
     Santa Teresa de Jesus no es la excepción. Mujer de su tiempo vive las dificultades de su tiempo. Después de pasar por una adolescencia que la pone en crisis de valores, creencias, de opciones,de si misma...emprende, esforzándose a sí misma y confiando en Dios, una nueva forma de entender y vivir la vida. Escoge seguir a Dios. Desde sus debilidades y pequeñez, ve claro que sólo  Dios es su plenitud, su felicidad y gozo.
     Ella ubica ese entender y vivir en el convento de la Encarnación (Avila) cuando su padre la interna con el fin de que no se le extravié. Conociendo a su hija, su entorno, sus amistades, sus vanidades y sus segacidades...todo era posible para una joven coqueta y hermosa.
     En el convento, en donde más de 200 mujeres, de todas las edades, costumbres y clases sociales se entregan a discernir la voluntad de Dios, aunque algunas de ellas sólo  buscaban enaltecer su ego, su casta y su poder económico. Teresa de Jesus se encuentra cara a cara con la realidad: no todas son tan santas, no todas buscan la voluntad de Dios, no todas son amigas de confiar, no tadas son humildes, ni pobres ni orantes. Descubre que no todo lo que brilla es oro. No existe la vida religiosa perfecta. Que no somos "angeles" . Hay roces, hay diferencias de ideas, proyectos. Cada persona arrastra sus deficiencias. Pero cada una es su hermana, es su deber amarlas como son.
     Entiende que hay para todos los gustos y sabores, y sobre todo, que el Reino, el cielo, hay que pelearlo, que no va a ser fácil ganárselo, ni aún dentro del convento. La santidad no está en unas paredes, un convento, un hábito. Esta en el amor expresado a los que Dios nos pone para amar en el día a día.
     Teresa de Jesus no cae en el juego de las criticas, la vanidad y la arrogancia. Se limita a realizar sus labores, a obedecer a su formadora, y pedir a Dios que le conceda fuerza y ánimo  para no desfallecer. No buscar huir. Busca poner lo mejor de sí para hacer brillar lo que se ve oscuro. Ella mantiene su ánimo , su fe en alto. Experimenta que Dios es poderoso y que le dara fuerza para servirle y no escandalizarse vea lo que vea, oiga lo que oiga.
     Aún n viendo a muchas de sus hermanas entregadas a las vanidades y a la poca atención a Dios y a su causa, ora por ellas y saca provecho de lo negativo: no convertir su vida en algo triste, frustrante y sin valor. Escoge vivir para Dios. Escoge servir a su Dios. Escoge ponerse al servicio de la Iglesia de Dios. Escoge ser hija de la Iglesia. Es su tarea desde el convento de clausura. Tarea que la fundamenta en la oración. Esa es su puerta al cielo.
     Una enfermedad le sorprende. Los desmayos constantes y fuertes dolores en el pecho la ponen en peligro. Su padre se esfuerza buscandole medicos y remedios. Las monjas hacen lo que pueden, oran, piden misas. Nada le hace efecto. No puede ella con su vida. Todos temen perderla tan pronto y tan joven.
     Desesperado su padre la saca del convento y decide llevarla al campo, a una curandera. Ella se opone ir, eso sería ofender sus principios catolicos, su fe, su Dios. Ella no logra convencer a su padre, no puede ni con ella misma. En contra de su voluntad emprendieron el largo y fatigoso viaje en carretas. Todos temen que no llegue viva, pero siguen con determinación.
   Hospedada en casa de su hermana duró tres meses tomando los brebajes de la curandera. Más que bien les hacían daños, más dolor. Ella misma no entiende como pudo aguantar esos brebajes. Le hace entender a su padre que sólo  Dios la puede curar, es el unico poderoso. El se dio por derrotado y se adelanta en su retorno a su casa con la idea de preparar el entierro. Ella se queda esperando en Dios. Comienza la práctica  de la oración  mental, medita los misterios de Cristo y dispone su corazón a la escucha de la palabra de Dios.
     Teresa es traída de regreso a la casa de su padre. Toda posibilidad de vida se esfuma. Pierde el conocimiento, se hacen  los arreglos para su entierro. Su padre espera un milagro. Las ceras son colocadas en sus ojos. No hay señal de vida. Pero para Dios hay otros planes con Teresa. Teresa vuelve a la vida. Tullida, pero viva. Y se determina, por propia voluntad, regresar al convento, con la convicción de ser religiosa. Quiere dedicar su vida al Dios que le devolvió la vida, al Dios misericordioso, al Dios todo poderoso. Ella se convirtió en la andariega de Dios fundando conventos para contar y cantar las misericordias de su Dios.

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