Hoy día estamos propenso a vivir acelerado. El tiempo vuela. Nos falta tiempo para todo. El tiempo para esperar no existe. El tiempo para analizar, pensar, tomar decisiones, meditar, orar...no existe. O mejor aún, existe, pero no hay tiempo. Unos jóvenes se enamoran, desean casarse, formar una familia, se casan, tienen sus hijos...al final quieren divorciarse. ¿Qué falló? Un joven desea ser profesional, escoge su carrera , su universidad, al final quiere estudiar otra cosa. ¿Qué falló? Pueden ser mucho los motivos y las razones de los fallos pero hay uno que se encuentra en el centro: la falta de discernimiento. Tantas frustraciones, dolores de cabeza, amarguras, escándalos...se pudieron evitar si nos hubiésemos tomado el "tiempo" para discernir.
Se va al matrimonio con la mente vacía, o mejor dicho, con mentes llenas de fantasías , sueños, posibilidades. No se "estudia" al otro. No se "conocen" a un cierto nivel más o menos profundo. Cuando llega la realidad, el enfrentar una dificultad se vuelven "locos", cada quien para su casa. Algo tan importante como el matrimonio se toma a la ligera. Un médico dura 5 y más años estudiando para ejercer su profesión, una pareja de novios se toma "una mirada" para decidir unir sus vidas para siempre. Ese "siempre" se convierte en un "ya no más", "hasta aquí llegamos". El tren seguirá su trayecto. Lo que queda atrás no importa. El amor no importa, los hijos no importan. Sólo importó el "enamorarse", sastifacer sus necesidades...No hubo discernimiento. No se buscó luz, concejos, orientaciones, no se oro, no se sacó tiempo para lo que nos hace feliz y conforme a la voluntad de Dios.
En la vida espiritual sucede lo mismo. Se toman decisiones que nos llevan al abismo. Sacerdotes, religiosos-as que tomaron las decisiones equivocadas y que han tenido que abandonar sus supuestas vocaciones. Confundieron su vocación con ilusión. Muchos influenciados por sus padres, amigos, sacerdotes...y que al final tuvieron que enfrentar su propia realidad. En todo siempre hay algo de "ilusiones","enamoramientos sacros", pero hay que discernir y dejarse ayudar en ese proceso.
Y a nivel más personal el discernimiento es una gran ayuda, los mismos santos recurrían a ella para no "estorbar" el proceso de Dios en sus vidas. Ellos entendian que no todo lo que brilla es oro. Que detrás de una "visión", "un milagro", 'una voz",etc. el diablo podría ocultarse. Los sentidos son excelentes, pero nos pueden hacer una mala jugada.
En resumen, el discernimiento es válido para cada toma de decisión que nos toca realizar. Nos ahorraria más tiempo, más lágrimas y dolor. En última instancia es ponderar la realidad y ponerla más en claro. Es ver lo que Dios quiere que yo haga para ser un hijo feliz. Se necesita pues, mucha escucha de la palabra de Dios, mucha disponibilidad interior y mucha oración.
Se va al matrimonio con la mente vacía, o mejor dicho, con mentes llenas de fantasías , sueños, posibilidades. No se "estudia" al otro. No se "conocen" a un cierto nivel más o menos profundo. Cuando llega la realidad, el enfrentar una dificultad se vuelven "locos", cada quien para su casa. Algo tan importante como el matrimonio se toma a la ligera. Un médico dura 5 y más años estudiando para ejercer su profesión, una pareja de novios se toma "una mirada" para decidir unir sus vidas para siempre. Ese "siempre" se convierte en un "ya no más", "hasta aquí llegamos". El tren seguirá su trayecto. Lo que queda atrás no importa. El amor no importa, los hijos no importan. Sólo importó el "enamorarse", sastifacer sus necesidades...No hubo discernimiento. No se buscó luz, concejos, orientaciones, no se oro, no se sacó tiempo para lo que nos hace feliz y conforme a la voluntad de Dios.
En la vida espiritual sucede lo mismo. Se toman decisiones que nos llevan al abismo. Sacerdotes, religiosos-as que tomaron las decisiones equivocadas y que han tenido que abandonar sus supuestas vocaciones. Confundieron su vocación con ilusión. Muchos influenciados por sus padres, amigos, sacerdotes...y que al final tuvieron que enfrentar su propia realidad. En todo siempre hay algo de "ilusiones","enamoramientos sacros", pero hay que discernir y dejarse ayudar en ese proceso.
Y a nivel más personal el discernimiento es una gran ayuda, los mismos santos recurrían a ella para no "estorbar" el proceso de Dios en sus vidas. Ellos entendian que no todo lo que brilla es oro. Que detrás de una "visión", "un milagro", 'una voz",etc. el diablo podría ocultarse. Los sentidos son excelentes, pero nos pueden hacer una mala jugada.
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