Es un error pensar que la vida interior, y con ella la espiritualidad, el llamado a la santidad como algo exclusivo de una élite religiosa, en el mayor de los casos, a los consagrados, religiosos y religiosas. Es muy común ver personas que acuden a los monasterios, a las abadías y desiertos...buscando vida interior, un toque de santidad. No está mal. Me pregunto: ¿es que la vida espiritual del laico no ofrece nada al hombre de hoy, a la Iglesia de hoy?¿ No habrá una concepción errónea de lo que es la vida espiritual del laico? ¿La vida espititual es excluviva de consagrados? ¿Son acaso ellos los únicos que pueden brindar un camino exclusivo hacia Dios? ¿La santidad es de un grupo-élite ?
La vida interior no es de grupos ni de posición social y religiosa. Es propia de cada ser viviente, El ser humano posee esa semilla en su interior. Y los catolicos lo sabemos muy bien sólo que no la cultivamos como debe ser. Pensamos que está fuera, en el otro, o en otras prácticas y creencias religiosas. Tu puedes ser tan espiritual como cualquier monje, sacerdote, obispo...Que puedes ser hasta más espiritual y santo que cualquiera de ellos. La espiritualidad no se mide por rangos ni cargos, sino por amor a Dios y al prójimo. No se trata de jerarquía ni de sotanas y hábitos, sino de vivir con humildad y amor el mensaje de Jesus desde su comunidad eclesial. La Iglesia nos ofrece ese espacio de crecer y de llegar a la meta de estar con Dios.
La espiritualidad del laico la considero más amplia, más abarcadora y más eficaz que la de cualquier consagrado. Es sal en el mundo. Es de lucha diaria y constante. Que por lo tanto exige perseverancia y transparencia. Es vivida en el hogar, en la calle, en el trabajo, en el recreo...Es honestidad a pruebe de fuego, es estar alegre en la adversidad, es callar cuando nos ofenden injustamente, es gritar cuando nos quieren anular o borrar del mapa...Es orar cuando el ruido nos manda a callar. Es llorar cuando las fuerzas se nos escapan...Es callar cuando la injusticia fue llamada justicia. Es difícil ser espiritual y santo cuando el evangelio camina en la calle. Pero es una gran luz en la oscuridad que nos rodea. Ser sal y luz en el mundo es posible con la ayuda de Dios. Es una pequeña diferencia que nos hace ser hijos de Dios y que nos permite transformar el mundo. Un mundo que se transforma en la medida en que nos transformamos interiormente.
La vida interior no es de grupos ni de posición social y religiosa. Es propia de cada ser viviente, El ser humano posee esa semilla en su interior. Y los catolicos lo sabemos muy bien sólo que no la cultivamos como debe ser. Pensamos que está fuera, en el otro, o en otras prácticas y creencias religiosas. Tu puedes ser tan espiritual como cualquier monje, sacerdote, obispo...Que puedes ser hasta más espiritual y santo que cualquiera de ellos. La espiritualidad no se mide por rangos ni cargos, sino por amor a Dios y al prójimo. No se trata de jerarquía ni de sotanas y hábitos, sino de vivir con humildad y amor el mensaje de Jesus desde su comunidad eclesial. La Iglesia nos ofrece ese espacio de crecer y de llegar a la meta de estar con Dios.
La espiritualidad del laico la considero más amplia, más abarcadora y más eficaz que la de cualquier consagrado. Es sal en el mundo. Es de lucha diaria y constante. Que por lo tanto exige perseverancia y transparencia. Es vivida en el hogar, en la calle, en el trabajo, en el recreo...Es honestidad a pruebe de fuego, es estar alegre en la adversidad, es callar cuando nos ofenden injustamente, es gritar cuando nos quieren anular o borrar del mapa...Es orar cuando el ruido nos manda a callar. Es llorar cuando las fuerzas se nos escapan...Es callar cuando la injusticia fue llamada justicia. Es difícil ser espiritual y santo cuando el evangelio camina en la calle. Pero es una gran luz en la oscuridad que nos rodea. Ser sal y luz en el mundo es posible con la ayuda de Dios. Es una pequeña diferencia que nos hace ser hijos de Dios y que nos permite transformar el mundo. Un mundo que se transforma en la medida en que nos transformamos interiormente.
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