Siempre ha existido un planteamiento sobre la oracion y el trabajo, como si fueran dos enemigos, como si uno es "mejor" y "superior" que el otro. Se llega a respuestas de todos los niveles, cada una desde su situacion personal, su estado de animo, sus intereses e inclinaciones.
Los de una parte: que si la oracion se ve impedida por el trabajo; que si el trabajo es pretexto para dejar de lado la oracion; que si el trabajo distrae de la oracion; que si el trabajo mira solo a intereres inmediatos y terrenos; que la oracion tiene un valor trascendente, no utilitario; que la oracion es mas eficiente, etc.
Los de la otra posición suelen expresarse así: que el trabajo ennoblece a la persona; que la oración enajena; que es una ilusión y una fantasía; que Dios ha prescrito el trabajo; que el servicio al hermano es mas agradable a Dios; que la oración es intimista; en fin que en el trabajo y en la relación humana se encuentra a Dios y que por lo mismo el trabajo y la relación son oración.
Sintetizados: Para unos, la oración y su practica, sirve para excusarse de un trabajo asiduo y de un generoso servicio al prójimo; para otros, el trabajo es pretexto para liberarse de una oración asidua y perseverante y de una búsqueda inmediata del contacto con Dios.
Y Santa Teresa de Jesús nos da su solución cuando les dice a sus monjas: "Pues hijas mías, no haya desconsuelo. Cuando os trajeren empleadas en cosas exteriores, entended que si en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudandoos en lo exterior y en lo interior".
En resumen: el trabajo no es una excusa para no orar, y la oración no es una excusa para no trabajar. Nunca son enemigas ni son un obstáculos para vivir en Dios y para Dios.
En Jesús vemos que no se dio ningún problema existencial entre la oración y la acción. Vivía en comunión permanente con su Padre y servía asidua y fatigosamente a sus hermanos. El fue el autentico contemplativo en el que se dio la armonía perfecta entre la dimensión vertical y la horizontal.
Los de una parte: que si la oracion se ve impedida por el trabajo; que si el trabajo es pretexto para dejar de lado la oracion; que si el trabajo distrae de la oracion; que si el trabajo mira solo a intereres inmediatos y terrenos; que la oracion tiene un valor trascendente, no utilitario; que la oracion es mas eficiente, etc.
Los de la otra posición suelen expresarse así: que el trabajo ennoblece a la persona; que la oración enajena; que es una ilusión y una fantasía; que Dios ha prescrito el trabajo; que el servicio al hermano es mas agradable a Dios; que la oración es intimista; en fin que en el trabajo y en la relación humana se encuentra a Dios y que por lo mismo el trabajo y la relación son oración.
Sintetizados: Para unos, la oración y su practica, sirve para excusarse de un trabajo asiduo y de un generoso servicio al prójimo; para otros, el trabajo es pretexto para liberarse de una oración asidua y perseverante y de una búsqueda inmediata del contacto con Dios.
Y Santa Teresa de Jesús nos da su solución cuando les dice a sus monjas: "Pues hijas mías, no haya desconsuelo. Cuando os trajeren empleadas en cosas exteriores, entended que si en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudandoos en lo exterior y en lo interior".
En resumen: el trabajo no es una excusa para no orar, y la oración no es una excusa para no trabajar. Nunca son enemigas ni son un obstáculos para vivir en Dios y para Dios.
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