Desde que uno nace la vida se nos presenta como un infierno: dolor, gritos, incertidumbres, angustias, Y a la medida que vamos creciendo nos van llegando más problemas y conflictos. La paz se nos esconde o nos huye. La salud empeora, las fuerzas se nos acaban, la muerte nos toca la puerta. Y la familia nos envuelve con sus infiernos: deudas, desempleo, riñas...La sociedad nos involucra en sus infiernos. Y así la vida, por muy hermosa que la veamos, tiene su crujir de dientes, su fuego y su infierno.
Esa percepción de la vida como infierno nos puede arrastrar al pesimismo. Lo cual es muy peligroso. Se puede caer con gran facilidad, en el aburrimiento, la tensión, el miedo, enfados, agresividad, complejos, tristeza...Y más que vivir las maravillas del mundo vivimos las miserias que hemos fabricado en nuestro interior. Es cierto que se viven y se ven infiernos por todas partes, pero hay que vivir y ver los cielos fuera y dentro de nuestra vida.
Dios, no quiere ver sus hijos en un constante infierno. Por eso camina con nosotros dándonos ánimo y fuerza en esos infiernos que nos quieren derrotar y aplastar. Nos dice vive y busca ser feliz. Vive el amor a plenitud. Vive el amor en el dolor, en los problemas, en los días difíciles... La vida plena conlleva luces y sombras, alegría y llanto, gozo y dolor. Todo lo que repercute en nuestra vida nos hace más divino, nos acerca a Dios.
Esa percepción de la vida como infierno nos puede arrastrar al pesimismo. Lo cual es muy peligroso. Se puede caer con gran facilidad, en el aburrimiento, la tensión, el miedo, enfados, agresividad, complejos, tristeza...Y más que vivir las maravillas del mundo vivimos las miserias que hemos fabricado en nuestro interior. Es cierto que se viven y se ven infiernos por todas partes, pero hay que vivir y ver los cielos fuera y dentro de nuestra vida.
Dios, no quiere ver sus hijos en un constante infierno. Por eso camina con nosotros dándonos ánimo y fuerza en esos infiernos que nos quieren derrotar y aplastar. Nos dice vive y busca ser feliz. Vive el amor a plenitud. Vive el amor en el dolor, en los problemas, en los días difíciles... La vida plena conlleva luces y sombras, alegría y llanto, gozo y dolor. Todo lo que repercute en nuestra vida nos hace más divino, nos acerca a Dios.
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