Vivimos en un mundo de grandes avances tecnológicos y donde los medios de comunicación nos muestran a cada instante un nuevo descubrimiento. Así en la medicina como en los medios técnicos. El hecho es que el avance es rápido y certero. Y le damos la bienvenida con dinero o sin dinero para adquirirlos. Pero hay un problema: la sabiduría.
La sabiduría nos sale a interpelarnos: ¿hacia dónde nos dirigen los descubrimientos? ¿En que nos benefician? ¿Qué nos dan y qué nos quitan? etc. Y las respuestas llueven a torrenciales. Y pienso que cada descubriendo debe ser ponderado y analizado a profundidad. Y se debe partir desde la sabiduría. Esto es, ¿me humaniza el descubrimiento? ¿Me destruye? ¿Beneficia a la sociedad?
El salmo 6 nos habla de que la sabiduría es radiante e incorruptible, lo cual da una pista hacia dónde debe dirigirse todo descubrimiento: al bien. En donde todos nos sintamos sin amenazas, sin miedo, sin hambre, sin rencor, etc. En donde la hermandad sea el centro de la innovación. Una segunda pista que nos ofrece el salmista es que la sabiduría debe ser contemplada con amor, esto es, un descubrimiento sin amor puede conducir a un desamor. Piense en las armas. Y una tercera pista es la prudencia, ser sabio implica prudencia. Es mejor ocultar un descubrimiento que nos puede destruir que salir a la fama como un asesino e indolente. Por eso dice el salmista que quien se deja guiar por la sabiduría del amor se verá libre de preocupaciones. Y esa sabiduría de amor no va a necesitar de ser buscada sino que ella misma saldrá y se dejará encontrar. Ella, al ser benévola, colaborará con ellos en todos sus proyectos. Y finalmente nos dice hay que darle prioridad a esa sabiduría del amor sí realmente decimos que somos personas de bien. No bastan las palabras hermosas ni inventos extraordinarios si los hechos nos hablan de guerras, odios, dolor y muerte.
La sabiduría nos sale a interpelarnos: ¿hacia dónde nos dirigen los descubrimientos? ¿En que nos benefician? ¿Qué nos dan y qué nos quitan? etc. Y las respuestas llueven a torrenciales. Y pienso que cada descubriendo debe ser ponderado y analizado a profundidad. Y se debe partir desde la sabiduría. Esto es, ¿me humaniza el descubrimiento? ¿Me destruye? ¿Beneficia a la sociedad?
El salmo 6 nos habla de que la sabiduría es radiante e incorruptible, lo cual da una pista hacia dónde debe dirigirse todo descubrimiento: al bien. En donde todos nos sintamos sin amenazas, sin miedo, sin hambre, sin rencor, etc. En donde la hermandad sea el centro de la innovación. Una segunda pista que nos ofrece el salmista es que la sabiduría debe ser contemplada con amor, esto es, un descubrimiento sin amor puede conducir a un desamor. Piense en las armas. Y una tercera pista es la prudencia, ser sabio implica prudencia. Es mejor ocultar un descubrimiento que nos puede destruir que salir a la fama como un asesino e indolente. Por eso dice el salmista que quien se deja guiar por la sabiduría del amor se verá libre de preocupaciones. Y esa sabiduría de amor no va a necesitar de ser buscada sino que ella misma saldrá y se dejará encontrar. Ella, al ser benévola, colaborará con ellos en todos sus proyectos. Y finalmente nos dice hay que darle prioridad a esa sabiduría del amor sí realmente decimos que somos personas de bien. No bastan las palabras hermosas ni inventos extraordinarios si los hechos nos hablan de guerras, odios, dolor y muerte.
Comentarios
Publicar un comentario