En la infancia tenía un amigo. Compartíamos mucho. Su casa era mi casa. Mi casa era su casa. Se llamaba Juan. Era muy alegre y conversador. En la escuela era el suspiro de las niñas. Tenía un aire de principe, se veia un principe. Yo era su "quita polvo", la contraparte del principe, una especie de "patito feo". Nos llevavamos muy bien en todo, excepto en la forma tan expresiva de insinuarse a las niño. Ya en la adolescencia nuestra amistad se fue apagando. Lo notaba muy adelantado en las "cosas de la vida". Sus modales, sus palabras y sus actos me asustaban. A mi poco entender era una persona adelantada a su edad. Quizás, atrevido.
El tiempo transcurrió. Su familia se trasladó a la ciudad. Nuestra amistad se enfrió. Lo poco que sabía sobre Juan era por otras personas. Me enteré que se casó y se divorció. Que tiene tres hijos que viven con su madre. Que su vida es un desastre entre fiestas, mujeres y vicios. Que es un todo un "don Juan", un soltero en conquista de todo lo que le huele a fragancia de mujer. Que ha tenido muchas mujeres, que las golpeabas, las humillabas...
Juan, el don Juan de las conquistas, el admirado por las niñas, el suspiro de las adolescentes, el principe de las jovencitas, el macho de las Magdalenas y de otras que se dicen "santas", "honestas" y "serias". Había Juan para muchas. En él sólo importaba él. El se lo merecía todo. Era el único sabio y el único bello. Mi amigo Juan no cree en mujeres, no cree en sentimientos, no cree en el amor. Sólo cree en su instinto salvaje, en su mirada penetrante, en sus palabras que flechan.
Mi amigo Juan, ¿en dónde está? Me lo imaginaba en discotecas, noches de rumbas, discursos amorosos...Me lo imaginaba contando sus conquistas, sus mentiras y engaños. Por fuera todo un principe y por dentro todo un monstruo. Su sonrisa era la miel que atrapa. Sus palabras, el tesoro escondido. !Que bien se veía! !Que bien hablaba!
Hoy lo ví. Nos abrazamos y lloramos. Somos amigos desde siempre y por siempre. Muchos recuerdos, muchas vivencias. Lo abracé y me sonrío. Fue su última sonrisa. Murió en mis brazos. Era mi amigo Juan, un principe y un monstruo. El niño preferido de su madre, el niño guapo, el único que debia ser deseado y amado. No buscaste sexo ni amor, simplemente conquistar. Hoy te entiendo mi amigo Juan porque te criaste con cuatro padrastros que te rechazaron. La vida te engañó porque sólo abriste una sola página, la página de tu silencio. Y tu error: vengarte con lágrimas ajenas. E.P.D.
El tiempo transcurrió. Su familia se trasladó a la ciudad. Nuestra amistad se enfrió. Lo poco que sabía sobre Juan era por otras personas. Me enteré que se casó y se divorció. Que tiene tres hijos que viven con su madre. Que su vida es un desastre entre fiestas, mujeres y vicios. Que es un todo un "don Juan", un soltero en conquista de todo lo que le huele a fragancia de mujer. Que ha tenido muchas mujeres, que las golpeabas, las humillabas...
Juan, el don Juan de las conquistas, el admirado por las niñas, el suspiro de las adolescentes, el principe de las jovencitas, el macho de las Magdalenas y de otras que se dicen "santas", "honestas" y "serias". Había Juan para muchas. En él sólo importaba él. El se lo merecía todo. Era el único sabio y el único bello. Mi amigo Juan no cree en mujeres, no cree en sentimientos, no cree en el amor. Sólo cree en su instinto salvaje, en su mirada penetrante, en sus palabras que flechan.
Mi amigo Juan, ¿en dónde está? Me lo imaginaba en discotecas, noches de rumbas, discursos amorosos...Me lo imaginaba contando sus conquistas, sus mentiras y engaños. Por fuera todo un principe y por dentro todo un monstruo. Su sonrisa era la miel que atrapa. Sus palabras, el tesoro escondido. !Que bien se veía! !Que bien hablaba!
Hoy lo ví. Nos abrazamos y lloramos. Somos amigos desde siempre y por siempre. Muchos recuerdos, muchas vivencias. Lo abracé y me sonrío. Fue su última sonrisa. Murió en mis brazos. Era mi amigo Juan, un principe y un monstruo. El niño preferido de su madre, el niño guapo, el único que debia ser deseado y amado. No buscaste sexo ni amor, simplemente conquistar. Hoy te entiendo mi amigo Juan porque te criaste con cuatro padrastros que te rechazaron. La vida te engañó porque sólo abriste una sola página, la página de tu silencio. Y tu error: vengarte con lágrimas ajenas. E.P.D.
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