No se si ha existido o existe una persona equilibrada. Pues no ha existido ni existe la medida ni la balanza para hacerlo. No existe una psicología exacta. Cojeamos de algo o nos falta un tornillo. Ni los mismos santos lo fueron. Pero esto no nos derrota en la búsqueda de lo mejor, de querer crecer y madurar más . Y ellos son un testimonio de superación que nosotros podemos aprovechar.
Los catolicos sabemos del llamado a ser santos. No es lo mismo que decir "creer en Dios". Creer en Dios no es sinónimo de querer ser santos, pero querer ser santos si es sinónimo de creer en Dios. Me explico: conozco de traficantes, abortistas, politicos...que dicen creer en Dios, pero en la práctica no creen en la vida, en el amor, en el perdón, en la gente, en la Iglesia...En cambio,los que buscan ser santos si dejan un rastro de que creen en Dios. Todo su caminar, su esfuerzo y entrega lo impulsan a obrar conforme a su creencia en Dios. Son personas de bien, pero no un cualquien bien, sino al bien de la caridad, al ágape cristiano. No se trata de un simple vivir haciendo el bien al margen de Dios ni de la comunidad fundada por Jesus. No se trata de bien politico, social, sino un bien porque Dios nos lo pide desde su amor entrañable.
El catolico sabe que hay que tener control de su vida. Que para lograr el control comienza abandonando todo aquello que le aparta de Dios. Tiene que abandonar controles internos como externos. Internos como su yo, su egoísmo, sus ideas, conceptos...para abandonarlos en Dios, y así su ser se vitalice y brille en el de Dios. Externos como sus cosas, la misma gentes, sus seres queridos...para recuperarlos y poseerlos desde Dios. Es aprender a vivir en fe, en la incertidumbre, mantenerse sin miedo en la cuerda floja, en el filo de la navaja, lejos del apasionamiento y la indiferencia, recuperando el centro: DIOS. Vivo en Dios y para Dios. Todo lo creado es mio en la medida en que soy de Dios. Por lo tanto, lo amo y lo respecto como si fuera el mismo Dios.
A nivel emocional cuando perdemos el control es que estamos desequilibrados y no podemos dominar nuestros impulsos. La agresividad se proyecta hacia los otros pero el verdadero destinatario somos nosotros mismos. La gran lucha es más interna que externa. Si conocemos nuestras debilidades ya hemos dado nuestro primer paso para llegar al equilibrio y obtener el control. Un desiquilibrio emocional hace que nuestra vida espiritual se retrase. Nos convertimos en prisioneros de "devociones a bobas", peregrinaciones sin raices, ceremonias vacias. El fanatismo se hace presente. Y el fanatismo es peligroso y dañino. Convierte al ser humano en una vela sin velero. Se abren grietas difíciles de cerrar.
El desorden psíquico y espiritual nos están indicando que no hay control. Hay que buscar ayuda adecuada. Si deseamos entrar "más adentro, en la espesura" tenemos que darle armonía a todo nuestro ser. Como dice San Juan de la Cruz: "Amas tú, Señor, la discreción, amas la luz, amas el amor sobre las demás operaciones del alma"(Dichos de luz y amor #2).
Los catolicos sabemos del llamado a ser santos. No es lo mismo que decir "creer en Dios". Creer en Dios no es sinónimo de querer ser santos, pero querer ser santos si es sinónimo de creer en Dios. Me explico: conozco de traficantes, abortistas, politicos...que dicen creer en Dios, pero en la práctica no creen en la vida, en el amor, en el perdón, en la gente, en la Iglesia...En cambio,los que buscan ser santos si dejan un rastro de que creen en Dios. Todo su caminar, su esfuerzo y entrega lo impulsan a obrar conforme a su creencia en Dios. Son personas de bien, pero no un cualquien bien, sino al bien de la caridad, al ágape cristiano. No se trata de un simple vivir haciendo el bien al margen de Dios ni de la comunidad fundada por Jesus. No se trata de bien politico, social, sino un bien porque Dios nos lo pide desde su amor entrañable.
El catolico sabe que hay que tener control de su vida. Que para lograr el control comienza abandonando todo aquello que le aparta de Dios. Tiene que abandonar controles internos como externos. Internos como su yo, su egoísmo, sus ideas, conceptos...para abandonarlos en Dios, y así su ser se vitalice y brille en el de Dios. Externos como sus cosas, la misma gentes, sus seres queridos...para recuperarlos y poseerlos desde Dios. Es aprender a vivir en fe, en la incertidumbre, mantenerse sin miedo en la cuerda floja, en el filo de la navaja, lejos del apasionamiento y la indiferencia, recuperando el centro: DIOS. Vivo en Dios y para Dios. Todo lo creado es mio en la medida en que soy de Dios. Por lo tanto, lo amo y lo respecto como si fuera el mismo Dios.
A nivel emocional cuando perdemos el control es que estamos desequilibrados y no podemos dominar nuestros impulsos. La agresividad se proyecta hacia los otros pero el verdadero destinatario somos nosotros mismos. La gran lucha es más interna que externa. Si conocemos nuestras debilidades ya hemos dado nuestro primer paso para llegar al equilibrio y obtener el control. Un desiquilibrio emocional hace que nuestra vida espiritual se retrase. Nos convertimos en prisioneros de "devociones a bobas", peregrinaciones sin raices, ceremonias vacias. El fanatismo se hace presente. Y el fanatismo es peligroso y dañino. Convierte al ser humano en una vela sin velero. Se abren grietas difíciles de cerrar.
El desorden psíquico y espiritual nos están indicando que no hay control. Hay que buscar ayuda adecuada. Si deseamos entrar "más adentro, en la espesura" tenemos que darle armonía a todo nuestro ser. Como dice San Juan de la Cruz: "Amas tú, Señor, la discreción, amas la luz, amas el amor sobre las demás operaciones del alma"(Dichos de luz y amor #2).
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