El ministerio profético de Moisés gira en torno al NOMBRE que le fue dado a conocer, el inefable Nombre de Yahvé. el Nombre por autonomasia, el que, sin necesidad de añadir nada, se sabe a quien designa.
El don de conocer el Nombre fue otorgado en la montana, lugar de altura y de silencio. Lugar de paz y de intimidad, de revelación y comunicación de un tu a tu. Y es que "Yahvé hablaba con Moisés CARA A CARA, como un hombre habla con un amigo" (Ex 33,11).
Dios se revela. Esto es: presentarse como lo que es, como Dios. No necesito de mensajeros ni de mensajes. El sale al encuentro del hombre, como verdad, como luz, como vida. Y se nos narra que Dios llamo a Moisés por su nombre. Conoce a Moisés, sabe quien es, no es un desconocido. Esto nos indica que Dios conoce al ser humano en su totalidad. No hay en el ser humano secretos para Dios. El hecho que nos conozca no quiere decir que viola nuestra intimidad y libertad. Al contrario, nos ama como lo que somos, en nuestra condición de ser humano, de nuestra fragilidad. No somos objetos para su observación, sabe nuestro nombre. No somos indiferentes a su amor y a su plan de salvación. Nos trata de cerca, no solo como hijos sino también como amigos. Y Moisés respondió: "Heme aquí". Esto esta a indicar de que el es una persona con sentido de responsabilidad, no se esconde, no tiene miedo, no necesita enviar a otro para responder. "Heme aquí" es la respuesta del amigo al amigo. Del TU AL TU. Y como amigo Dios le revela su Nombre: "Así dirás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros...este es mi nombre para siempre; por el SERÉ INVOCADO de generación en generación" (Ex3,4-15).
La revelación del Nombre se hace en un DIALOGO que ABSORBE a Moisés completamente y lo concentra en la actitud de ESCUCHA, porque lo que se le esta diciendo predetermina la totalidad de su futuro. El conocimiento del Nombre no es para Moisés un fenómeno cultural, sino una invitación a la ORACIÓN. Por este Nombre -le dice Dios- seré invocado. El Nombre de Dios en boca de Moisés y de cualquier creyente, no es un simple nombre, es sagrado, es amistad, es respecto, y al mismo tiempo un PODER Y es que ante cualquier necesidad, debilidad, dificultad, proyecto, misión...se siente Moisés, y con el, todo aquel que busca y cree en Dios, en la obligación de recurrir a Yahvé. En su Nombre Moisés encontró la fuerza para convencer al pueblo a salir de la esclavitud de Egipto, encontró fuerza para cruzar el mar Rojo, fuerza para perseverar en la misión. Ya en la libertad, Moisés y los israelitas "entonaron a Yahvé un cántico" (ex 15,1).
Se invoca el Nombre de Dios no solo para pedir, sino también para cantar, alabar, glorificar "por la fuerza de su brazo" que le ha dado vida y libertad. Moisés nos ha dejado un hermoso y gran legado: la oración. Y fue tal la amistad con Dios que Moisés cerece en la intimidad con Dios y le pide ver su gloria (Ex 33,18-23) y queda tan transformado que la piel del rostro se le vuelve radiante (Ex 34,29-35). La oración de Moisés esta bien resumida, en las palabras que el mismo dirige a Yahve:"Perdona nuestra iniquidad y nuestros pecados y recíbenos por heredad tuya" (Ex 34,9)., una heredad que, como dice Santa Teresa, tiene como misión principal cantar la "misericordia de Dios" y sus prodigios.
El don de conocer el Nombre fue otorgado en la montana, lugar de altura y de silencio. Lugar de paz y de intimidad, de revelación y comunicación de un tu a tu. Y es que "Yahvé hablaba con Moisés CARA A CARA, como un hombre habla con un amigo" (Ex 33,11).
Dios se revela. Esto es: presentarse como lo que es, como Dios. No necesito de mensajeros ni de mensajes. El sale al encuentro del hombre, como verdad, como luz, como vida. Y se nos narra que Dios llamo a Moisés por su nombre. Conoce a Moisés, sabe quien es, no es un desconocido. Esto nos indica que Dios conoce al ser humano en su totalidad. No hay en el ser humano secretos para Dios. El hecho que nos conozca no quiere decir que viola nuestra intimidad y libertad. Al contrario, nos ama como lo que somos, en nuestra condición de ser humano, de nuestra fragilidad. No somos objetos para su observación, sabe nuestro nombre. No somos indiferentes a su amor y a su plan de salvación. Nos trata de cerca, no solo como hijos sino también como amigos. Y Moisés respondió: "Heme aquí". Esto esta a indicar de que el es una persona con sentido de responsabilidad, no se esconde, no tiene miedo, no necesita enviar a otro para responder. "Heme aquí" es la respuesta del amigo al amigo. Del TU AL TU. Y como amigo Dios le revela su Nombre: "Así dirás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros...este es mi nombre para siempre; por el SERÉ INVOCADO de generación en generación" (Ex3,4-15).
La revelación del Nombre se hace en un DIALOGO que ABSORBE a Moisés completamente y lo concentra en la actitud de ESCUCHA, porque lo que se le esta diciendo predetermina la totalidad de su futuro. El conocimiento del Nombre no es para Moisés un fenómeno cultural, sino una invitación a la ORACIÓN. Por este Nombre -le dice Dios- seré invocado. El Nombre de Dios en boca de Moisés y de cualquier creyente, no es un simple nombre, es sagrado, es amistad, es respecto, y al mismo tiempo un PODER Y es que ante cualquier necesidad, debilidad, dificultad, proyecto, misión...se siente Moisés, y con el, todo aquel que busca y cree en Dios, en la obligación de recurrir a Yahvé. En su Nombre Moisés encontró la fuerza para convencer al pueblo a salir de la esclavitud de Egipto, encontró fuerza para cruzar el mar Rojo, fuerza para perseverar en la misión. Ya en la libertad, Moisés y los israelitas "entonaron a Yahvé un cántico" (ex 15,1).
Se invoca el Nombre de Dios no solo para pedir, sino también para cantar, alabar, glorificar "por la fuerza de su brazo" que le ha dado vida y libertad. Moisés nos ha dejado un hermoso y gran legado: la oración. Y fue tal la amistad con Dios que Moisés cerece en la intimidad con Dios y le pide ver su gloria (Ex 33,18-23) y queda tan transformado que la piel del rostro se le vuelve radiante (Ex 34,29-35). La oración de Moisés esta bien resumida, en las palabras que el mismo dirige a Yahve:"Perdona nuestra iniquidad y nuestros pecados y recíbenos por heredad tuya" (Ex 34,9)., una heredad que, como dice Santa Teresa, tiene como misión principal cantar la "misericordia de Dios" y sus prodigios.
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