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LOS CELOS



    Dice San Agustín: “El que no tiene celos no está enamorado”.  Y si lo dijo un santo yo me lo creo. Pero, ¿a qué celos se refiere? ¿A esos enfermizos que terminan en dolor, odio y muerte? O  ¿a esos que alimentan al amor?
     Es normal sentir celos. Hasta son necesarios. Ayuda a mantener encendida la chispa del amor.  El niño siente celos de su madre. La niña siente celo de su padre. Ambos celan sus juguetes. El adolescente cela su intimidad y privacidad. El joven y el adulto celan sus parejas. Y la pregunta es: ¿Hasta qué punto hay que celar? ¿Hasta qué nivel debo celar? El problema está en el nivel de madurez de la persona. El inmaduro confunde amar con poseer. Ve a su pareja como una posesión, como un objeto que se ganó, que compró. Busca un control total. Quiere controlar su pensar, su actuar, su espacio y tiempo. Es una obsesión que ha convertido en una enfermedad, y por lo tanto, dañina. A  su alrededor solo ve peligro, desconfianza. En cambio la persona con un cierto grado de madurez no confunde el amor con posesión. Su celo es basado en la confianza, en la libertad y en el respecto. En su entorno ve amistad, confianza y colaboración.
     Viendo estas dos posturas se deduce que se hace necesario conocer, lo mejor posible, a la persona que desea compartir el resto de tu vida. No es asunto de tener suerte sino más bien de poner atención y cuidado a lo que considera vital y esencial para tu vida. Una persona constantemente da señales que indican su personalidad, lo que piensa y siente, así como lo que espera y lo que puede dar. Así tenemos una idea más o menos clara y precisa sobre esa persona. No debemos dejarnos sorprender. El  amor no es asunto de magia. Es asunto de poner cabeza, esto es, de reflexionar, ponderar y sacar conclusión.
    He aquí algunas señales de celos enfermizos y peligrosos:
-          Es posesivo contigo: quiere saber dónde y con quien estas. Te llamas a cada instante. Sabe  la clave de tu e-mail, Facebook …
-          Es un águila mirando: cuando sale a una reunión o fiesta te sigue con su mirada, lee tus ojos y tus labios, tus movimientos…Te hace sentir controlado y vigilado.
-          Es critico/a: critica tus amistades, no quiere que salga con tus amistades, hasta con familiares, y menos aún con compañeros/as de estudios o trabajos.
-          Es enojado/a: por todo se enoja. Pone una cara de león hasta cuando se pone una falda o camisa que indica elegancia. Te ve como que vas a provocar y a conquistar. Y si te ve hablando con alguien explota de ira.
     En resumen: Lo que San Agustín dijo no va en esa línea de celos enfermizos. Que muchas veces son el preámbulo de la psicosis, que pueden convertir en delirio y perturbar el sentido de la realidad. El santo va en una línea de celos sanos y constructivos, en donde la persona ame sin posesión, ame con libertad. Por eso también dijo: “La medida del amor es amar sin medida”.

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