La fiebre alta es la metáfora que escojo para designar que una persona siente el impulso de realizar algún proyecto de inmediato. Es el reclamo del "ahora". Ahora quiero comprar, estrenar, pasear, etc. Esa fiebre me espanta. ¿Por qué ? Porque nace de un impulso sin razonamiento. La persona cae en la trampa del impulso descontrolado. Se entra en un camino de muchas piedras y espinas. Y llegan las preguntas: ¿Por qué lo hice? ¿Por qué lo compré? ¿Por qué lo dije? ¿Lo hice? La fiebre nos lanza a ciertas acciones que nos hacen arrepentir y nos hacen esconder la cabeza. Volver atrás se nos hace difícil. Nuestro orgullo se pone como una muralla. No queremos perder. No queremos ser derrotados. No sin razón nuestros padres nos advertían: piensa lo que vas a hacer para que no te arrepientas luego. Cada acción trae su reacción, para bien o para mal. Lo que se busca es pensar y analizar lo que se va a hacer. Hay que mirar adelante, al tiempo, al ambiente, al entorno, y no dejarnos sorprender y causar heridas propias u ajenas. No hay que lastimarse ni lastimar. De igual que la fiebre alta nos ataca impulsándonos a comprar, estrenar, pasear...de igual sucede en el amor. El amor no es arrastrarse por un impulso. No se ama para sufrir. No se ama para vivir infeliz. El impulso de amar no es suficiente para explayar el auténtico amor. Se hace necesario madurarlo. Es reflexionar, dialogar, orar, y hacer florecer lo bello y noble del corazón. Muchos de nuestros fracasos en el matrimonio nacen por la inmadurez. Se va al matrimonio por impulso y no por amor. Se va con la fiebre de lograr una conquista, un acto sexual, un satisfacer el instinto. Pero se olvidan del amor anegado, del amor sacrificio, del amor compromiso, del amor reconciliador, del amor tolerante, etc.
En conclusión: consulta tu fiebre y así obtener un diagnóstico acertado.
En conclusión: consulta tu fiebre y así obtener un diagnóstico acertado.
Comentarios
Publicar un comentario