Un niño se me acercó al teminar el culto religioso: dígame, ¿qué es el Reino de los cielos? Su mirada inquieta y penetrante hizo temblar mi corazón. ¿Qué decir? ¿Qué responder? Me sentí sorprendido. Sólo logré susurrar: es el hogar donde Dios Padre comparte con sus hijos. Por su sonrisa vi que le gustó mi respuesta.
Ya en casa me senté a indagar sobre el Reino de los cielos. Y lo primero que hice fue separar las palabras "Reino" y "cielos". Con frecuencia se emplean como sinónimos. Y en mi modo de ver el concepto "Reino" es pobre, de poca sustancia y hasta denigrante. Es Pobre porque el concepto "persona" viene encasillada a un orden, a un sistema, a una jerarquía. Unos son superiores a otros, unos son más de "élite " que otros", unos "mandan" y otros "obedecen". Es decir: no hay igualdad. Y es denigrante porque la dignidad humana viene pisoteada y deshumanizada. Y no creo, que Dios Padre sea un jerarca, es más bien un Padre, que busca el bienestar de todos sus hijos, que hace salir el sol para todos. La expresión "Reino" ciertamente jugó un papel importante en su tiempo, el mismo Jesus lo utilizó como un medio de darse a entender. Hoy día esa palabra no nos dice nada, al contrario, nos desagrada y nos trae los malos recuerdos de la humillación, la explotación, los abusos, el mal uso del poder y la gran miseria de nuestros antepasados. Hoy día no existe un término, una palabra para describir el "vivir junto a Dios Padre". Las instituciones politicas y sociales que vemos no poseen la carga ni el contenido para expresarlo. Los mismos Evangelios quedan cortos, prefieren emplear comparaciones: "se parece a un tesoro escondido", "a un comerciante de perlas", " a una red que echan en el mar", "como un padre de familia", etc. Es decir: no hay palabras para describir el "Reino". Para mi, en particular, la palabra más cercana es "familia", y un poco más cercana, "comunidad". Y si uno da un vistazo a las cartas Neotestamentarias es más frecuente leer "comunidad". Y ese concepto nos identifica más y nos une más con Dios Padre. Aquí se ponderará más el servicio mutuo, la unidad en el amor.
Por otro lado la palabra "cielos" sólo evoca plenitud de vida, bienestar, gozo...más que a un lugar específico.Ciertamente hay quienes hablan de "cielo", otros de "los cielos", de "moradas", de "castillo", de "paraíso". Como lugar se habla que esta en lo "alto", "arriba", más allá de las nuves, las galaxias...El mismo Jesus habla de "subir". Y tanto la traducción escrita como oral repiten que el lugar no se sabe, no tiene geografía, simplemente se afirma de que está "más allá". Por lo tanto es "otro" lugar diferente al que vemos y vivimos, trasciende lo material y lo mental, no somos capaces de ubicarlo ni discribirlo. En pocas palabras: no sabemos nada.
Ciertamente siempre han surgidos "sabios" en el campo teológico que han descrito al cielo. Hay otros que han "ido " al cielo; otros que han "volado" al cielo. Entre erudictos, visionarios, creyentes e incredulos, incluído místicos y pseudo-místicos, la palabra en sí es muy difusa y confusa. Y confude más cuando se le une el concepto "santidad". ¿Por qué? porque quienes hablan de "cielos" ya creen y hacen creer que ya ellos son "santos"y que por lo tanto, el cielo es un "lugar" conocido y reservado para "ellos". No es de extrañar que antes era muy común escuchar de que se "compraba al cielo", "que tenían derecho al cielo" por tal o cual penitencia, obra de caridad, oraciones especiales, etc. Los mismos apóstoles se creían con "derecho" al lugar, a la silla, a la mesa del "cielo'. Y no era de extrañar ver a Jesus amonestando tal ignoracia o tal ambición.
En resumen podemos decir que el "Reino de los cielos", entendiéndolo más allá de lo que conocemos, más allá que un lugar, sino como una comunidad de amor, en el cual el proyecto de Dios Padre para la humanidad se realiza, se inicia en Dios, se fortifica en nuestro caminar día a día, y se concluye en Dios en un ambiente de acogida, de paz y felicidad, en donde Jesus es nuestro hermano mayor. Es por lo tanto una "perla escondida"de gran valor y que no es tan fácil encontrar. Sólo los que perseveran, los que como "niños", con humildad y verdad hacen el recorrido la encontrarán. Pidamos a Dios que nos de fuerza de voluntad para hacer ese recorrido de amor. Y así llegar al hogar de Dios.
Ya en casa me senté a indagar sobre el Reino de los cielos. Y lo primero que hice fue separar las palabras "Reino" y "cielos". Con frecuencia se emplean como sinónimos. Y en mi modo de ver el concepto "Reino" es pobre, de poca sustancia y hasta denigrante. Es Pobre porque el concepto "persona" viene encasillada a un orden, a un sistema, a una jerarquía. Unos son superiores a otros, unos son más de "élite " que otros", unos "mandan" y otros "obedecen". Es decir: no hay igualdad. Y es denigrante porque la dignidad humana viene pisoteada y deshumanizada. Y no creo, que Dios Padre sea un jerarca, es más bien un Padre, que busca el bienestar de todos sus hijos, que hace salir el sol para todos. La expresión "Reino" ciertamente jugó un papel importante en su tiempo, el mismo Jesus lo utilizó como un medio de darse a entender. Hoy día esa palabra no nos dice nada, al contrario, nos desagrada y nos trae los malos recuerdos de la humillación, la explotación, los abusos, el mal uso del poder y la gran miseria de nuestros antepasados. Hoy día no existe un término, una palabra para describir el "vivir junto a Dios Padre". Las instituciones politicas y sociales que vemos no poseen la carga ni el contenido para expresarlo. Los mismos Evangelios quedan cortos, prefieren emplear comparaciones: "se parece a un tesoro escondido", "a un comerciante de perlas", " a una red que echan en el mar", "como un padre de familia", etc. Es decir: no hay palabras para describir el "Reino". Para mi, en particular, la palabra más cercana es "familia", y un poco más cercana, "comunidad". Y si uno da un vistazo a las cartas Neotestamentarias es más frecuente leer "comunidad". Y ese concepto nos identifica más y nos une más con Dios Padre. Aquí se ponderará más el servicio mutuo, la unidad en el amor.
Por otro lado la palabra "cielos" sólo evoca plenitud de vida, bienestar, gozo...más que a un lugar específico.Ciertamente hay quienes hablan de "cielo", otros de "los cielos", de "moradas", de "castillo", de "paraíso". Como lugar se habla que esta en lo "alto", "arriba", más allá de las nuves, las galaxias...El mismo Jesus habla de "subir". Y tanto la traducción escrita como oral repiten que el lugar no se sabe, no tiene geografía, simplemente se afirma de que está "más allá". Por lo tanto es "otro" lugar diferente al que vemos y vivimos, trasciende lo material y lo mental, no somos capaces de ubicarlo ni discribirlo. En pocas palabras: no sabemos nada.
Ciertamente siempre han surgidos "sabios" en el campo teológico que han descrito al cielo. Hay otros que han "ido " al cielo; otros que han "volado" al cielo. Entre erudictos, visionarios, creyentes e incredulos, incluído místicos y pseudo-místicos, la palabra en sí es muy difusa y confusa. Y confude más cuando se le une el concepto "santidad". ¿Por qué? porque quienes hablan de "cielos" ya creen y hacen creer que ya ellos son "santos"y que por lo tanto, el cielo es un "lugar" conocido y reservado para "ellos". No es de extrañar que antes era muy común escuchar de que se "compraba al cielo", "que tenían derecho al cielo" por tal o cual penitencia, obra de caridad, oraciones especiales, etc. Los mismos apóstoles se creían con "derecho" al lugar, a la silla, a la mesa del "cielo'. Y no era de extrañar ver a Jesus amonestando tal ignoracia o tal ambición.
En resumen podemos decir que el "Reino de los cielos", entendiéndolo más allá de lo que conocemos, más allá que un lugar, sino como una comunidad de amor, en el cual el proyecto de Dios Padre para la humanidad se realiza, se inicia en Dios, se fortifica en nuestro caminar día a día, y se concluye en Dios en un ambiente de acogida, de paz y felicidad, en donde Jesus es nuestro hermano mayor. Es por lo tanto una "perla escondida"de gran valor y que no es tan fácil encontrar. Sólo los que perseveran, los que como "niños", con humildad y verdad hacen el recorrido la encontrarán. Pidamos a Dios que nos de fuerza de voluntad para hacer ese recorrido de amor. Y así llegar al hogar de Dios.
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