Es asunto de fondo, de ser. Es identidad, es asunto de conversión y de convicción. No es de gusto, de sentirme cómodo o acogido. No se trata de que me "sonrían", de "tiendan una mano", aplaudan mis palabras, alaben mis obras de caridad. No es porque me "acojan" ni porque es tradición familiar. No es un lujo ser católico ni una moda. Tampoco es por "cantidad".
Es cierto que muchos cambian, se van a otras iglesias. Razones, muchas; convincentes, pocas. Motivos: mayoría, sensibilidad. Pocas por buscar razones profundas. Lo cierto es que se van, y pasan de una a otra como pasar de una habitación a otra. Lo interno sigue igual de vacío. Se cambia por gusto. Sólo interesa el, su yo. Se busca a él mismo, no a Dios. Habla y predica de Dios, de la Jesús, la Biblia, etc...y yo me pregunto:¿ En la Iglesia católica no tenía la Biblia?¿ Era otro Dios que se predicaba?. "Oh, era diferente", "soy salvo", "no dicen la verdad", "no está eso en la Biblia: rosario, novenas, sacramentos, esos santos, la adoración de estatuas, besar cruces, aguas benditas....". En otra palabra: se están ahorcando por el dedo, ahogando en un vaso de agua. No van a lo profundo, se quedan en las ramas, a la periferia. Han hecho de la Biblia un látigo y un chiclets que se alarga, pero al final se rompe.
El problema es de fondo. Lo exterior no puede ni debe ser una excusa para vivir a profundidad ser seguidor de Jesús como católico. La Iglesia nos invita a profundizar nuestra fe desde las fuentes de la Revelación:
-Las Sagradas escrituras
-La Tradición
-El Magisterio
En las Sagradas escrituras ahondamos en la experiencia de que en Jesús, el Hijo de Dios, el YO SOY, Dios Padre revela en plenitud. Como dice San Juan de la Cruz: es la única y última Palabra del Padre.
En la Tradición vemos como la memoria viva y oral de la Iglesia ayuda a profundizar en esa experiencia, mantiene lo esencial y, al transformarse en memoria viva y escrita de la Iglesia, pasa a nosotros en forma de texto, de palabra. Y en esa palabra encontramos a la Palabra, Jesús.
Conocer la Tradición es saber de donde surge la fe. Sabemos la importancia de las Sagradas Escrituras pero muchas veces no reconocemos o desconocemos que son el resultado de tradiciones orales que al ser meditadas por las comunidades, fueron codificándose en texto escrito para preservar la integridad de la Tradición oral; para que las subsiguientes comunidades cristianas se mantuvieran unidas en una misma fe y para ir organizando, con el tiempo y el surgimiento del pensamiento teológico, un discurso capaz de expresar en lenguaje humano la historia de salvación que Dios Padre propone.
La Tradición se suele colocar en dos niveles de renglones:
1- Renglón de las Sagradas Escrituras: -la confesión de la Santísima Trinidad
-la Iglesia como sacramento de salvación
-Jesús una persona divina con dos naturalezas:
la humana y la divina
- María es madre de Dios
-la presencia real de Jesús en la Eucaristía
-el rol y la predicación del Papa en la caridad y
en el ejercicio-ministerio de la autoridad.
2- Renglón cultural-religioso: -el rezo del santo rosario
-las novenas- horas santas
-las diferentes devociones
-procesiones, etc.
Estas aunque no añaden nada nuevo al magisterio de la fe, si ayudan a mantener vivo el llamado y el sentido de pertenencia a la comunidad de fe.
En el Magisterio de la Iglesia, a través de los siglos, nos encontramos esa misión de asegurar la pureza y la calidad del mensaje, además de la memoria viva y escrita de la Iglesia por medio de la norma o canon que establece cuales libros de la Tradición son canónicos y cuales no.
Así mismo, fue determinando que las Sagradas escrituras gozan del dato de la "inerrancia", que significa que las verdades en torno a la fe que propone son ciertas y libres de error. Entonces "canon" e "inerrancia" son dos herramientas para convalidar un texto sagrado y nos ayudan a tener una sana y autentica interpretación que va mas allá de lo emotivo. Ellas nos hacen buscar la verdad y la intención del escritor o escritores sagrados, el sentido con el que las primitivas comunidades meditaban el texto, y el camino a un discurso teológico articulado en torno al misterio pascual de Jesucristo: pasión, muerte y resurrección.
Concluyo diciendo: es asunto de conversión.
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