VIVIR
La vida nos asusta y nos sorprende. Nos agobia y nos llena de momentos felices. Es un dia a dia real Un camino entretenido o aburrido, triste o gozoso, de triunfos y fracasos, corta o larga.
O se vive a plenitud, o se vive como victima. Mas que vivirla nosotros, ella nos vive. No sabemos vivir. No es extrano que vivimos con miedo, con sufrimiento. Huimos de ella. Y por mas que huyamos, siempre la encontramos, porque siempre la llevamos con nosotros mismos
La vida en teoría no existe. Existe tú, existe yo, nosotros. Existe nuestra propia vida y nuestro modo de verla, entenderla y vivirla. No está fuera de mí, está dentro de mi. Y soy yo el que puedo mirarla, observarla, descubrirla, desarrollarla y hacerla crecer en todos sus aspectos y posibilidades.
Mi vida no está bien escrita, no tiene su historia fuera de mi. No está programada. La escribo yo porque la vivo yo. Soy su redactor.
Aprender a vivir, desde la profundidad de mi ser, es la tarea de cada instante. Es a mí que me compete desarrollarla y potenciarla, con mi enfoque y mis valores. Mi ansia de vivir me lanzara a buscar infatigablemente mis más profundas aspiraciones. Esta en mí el ser feliz o no serlo. Las circunstancias no deben ser la pared que me detenga para alcanzar la meta.
Vivir no se trata de tener, poseer, sobresalir, acumular. Sería un pobre vivir. Es aspirar a lo sublime y trascendente. A lo que no es limitación ni temporalidad. Es a lo eterno, lo que no perece ni muere. Vivir es vivir en las raíz, en la fuente: DIOS.
El hombre no ha nacido para morir, sino para vivir. Muchas veces nos desanimamos ante nuestra realidad. Sabemos de nuestra fragilidad, de nuestras caídas , de nuestros fracasos. Pero sabemos también de nuestras fuerzas interiores, de la capacidad que nos ha dado Dios para caminar con animo, con entusiasmo y alegría. Sabemos de esa capacidad que Dios nos dio para amar. Y el amor es un poder. Un poder que transforma lo débil en fuerte, lo triste en gozo, la derrota en triunfo. El amor nos ayuda a vivir en profundidad, en armonía y plenitud
Se hace necesario despertar esa fuerza del AMOR. Esa fuerza interior que nos impulsa a vivir, a ser felices. En donde podamos encontrar la satisfacción a todas las exigencias y aspiraciones de nuestro ser. La paz, la felicidad, la armonía la llevamos escondida en nuestro interior. Es un manantial que necesita correr, que necesita bañar todas nuestras facultades, toda nuestra existencia. Y en ese manantial la presencia vital es Dios. El constituye nuestra auténtica vida. Descubrirlo, abrirnos a El, hacernos transparentes a El y vivirlo cada día constituyen la plenitud de nuestra realización . Nuestro vivir será un vivir en Dios y desde Dios.
Desde Dios nuestra vida se transforma y vitaliza: nuestros pensamientos, nuestros gestos y palabras, nuestros actos, nuestras actitudes...van a encontrar su razón de ser. Es ser "imagen y semejanza " de Dios. Es llegar a ser "hombres de Dios", es llegar a ser "hijos de Dios", la "niña de sus ojos".
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